Vida y obra de una ilusa

Me citó la verdad prometiéndome una inolvidable velada, pero me dejó tirada, sin esperanzas de encontrar los pasos que doy en el camino de mi incosciente. Vuelvo a la lúgubre habitación que encarcela mis deseos y me encuentro con mi estúpida imagen reflejada en la ventana. Trás ésta, se esconde un sol anaranjado que me invita a pasar la noche en los infiernos. Sabe que me horrorizan las solitarias noches y conoce mi debilidad por los pecados carnales, pero aún así, prefiero quedarme a seguir buscando el limbo, y al único Dios que habita en el. Por consiguiente, decido regalar mi cuerpo a las sábanas para que se amen en soledad y así, que ambas caigamos en un suave letargo, interrumpido constantemente por mi embriagada ansiedad. Pasan las horas como si de días se tratasen, y lo único que he logrado es ver como mi cabeza trabaja a marchas forzadas proyectando imagenes y recreando momentos que me hacen felíz. Autosatisfacción, aunque sea imaginaria... y necesaria. Es la única manera de tranquilizar mis sentidos y no caer en el demencial estado de impotencia del que quiere, pero no puede... Entre tanto, vuelve el sol, con su habitual resaca, sin brisa mañanera y más apagado que nunca. Pretende colarse en mi cama y destrozar tu sombra, pero no... nadie desvirtúa lo que la imaginación de una niña crea!! Además, con lo que últimamente supura mi corazón, lo apagaría, dejando al mundo sin astro rey, proclamando monarquía absoluta a favor de las tinieblas. Un nuevo día, una nueva esperanza... perdida?

Nota de la autora: *Las drogas no son el frenesí de los mortales, lo es el amor