jueves, 16 de diciembre de 2010

Idas y venidas de lucidez



Acaricio el perfume que dejan mis sábanas cuando te sueño, lo abrazo y el viciado aire de ésta habitación sólo me devuelve eco. El miedo a encotrar tus manos es el mismo que me aterroriza no encontrarlas, el sinsentido más profundamente sentido, el calor que más me ha encogido... No quiero volver a pasar las horas muertas buscándole un por qué a las estrellas, pero son éstas las que me piden respuestas, son éstas las que oyen los lamentos en mi cabeza. Me amarga la negación de mis letras, la cobardía que hay detrás de ellas, las heridas supurantes de amores que parecían invencibles...

De tanto en tanto, distraigo mi negativa existencia imaginando el color de tus palabras, las ondas de tu pelo acariciando mi espalda mientras bailamos danzas prohibidas en la madrugada. Las yemas de mis dedos rodeando tu sexo, tus manos sujetándome para no perder la cordura... Mi cabeza no para de pensar que entre mis piernas todo sería felicidad pura y absoluta
.
Vuelvo a la habitación y me quejo del reloj, que sin piedad marca las horas que he estado soñándote sin realidad alguna. Y me quedo ahí, mirando en la oscuridad, sintiéndome totalmente... Absurda.





*Toma ya! Ida de olla total! Espero que mañana sea otro día... Anda, vete a dormir Noe...